domingo, 24 de febrero de 2013

El diaro de un perro


Una semana:
 Hoy hace una semana que 
he nacido. Qué alegría haber llegado a este mundo. 
Un mes: Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar. 



Dos meses: 
Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta y con 
sus ojos me dijo adiós.

 Espero que mi nueva familia humana me cuide tan bien como ella me ha dicho 
que harán. 



Cuatro meses
: He crecido rápido, y todo me llama la atención. Hay varios 
niños en la casa que para mí son como hermanitos.

Somos todos muy inquietos, ellos me tiran del rabito y yo les mordisqueo 
jugando. Nos divertimos mucho. 



Cinco meses: Hoy me regañaron. Mi ama se 
molestó porque me hice pipí dentro de casa, pero nunca me habían dicho dónde 
hacerlo.

 Además duermo en un cuartito...y ¡ya no 
aguantaba más! 




Ocho meses: Soy un perro feliz. Tengo el 
calor de un hogar, y me siento tan seguro, tan protegido...Mi familia humana me 
quiere y me deja hacer muchas cosas. Cuando están comiendo yo les pido algo y 
siempre me lo dan. Y el jardín de casa es estupendo, y puedo escarbar como mis 
antepasados los lobos, escondiendo la comida. Creo que nunca hago nada mal 
porque nunca me dicen nada... 



Doce meses: 
Hoy cumplí un año. ¡Soy un perro adulto! Mis amos dicen que 
crecí más de lo que ellos pensaban. Seguro que se sienten orgullosos de mí...




Trece meses: 
Que mal me sentí hoy. Mi hermanito, uno de los niños, me 
quitó la pelotita. ¡Yo nunca le quito sus juguetes! Así que se la quité, pero mis 
mandíbulas se han hecho fuertes y le hice daño sin querer. El gritó y lloró y yo 
me sentí muy triste. Después del susto me encadenaron casi sin poder moverme. 
Hacía mucho sol y tenía mucho calor y no había agua cerca...Y les oí decir que 
iban a tenerme en observación o algo así, y que soy un desagradecido. No 
entiendo nada. 



Quince meses: 
Ya nada es igual. Vivo en la azotea y me siento muy solo.

 No se por qué mi familia ya no me quiere. A veces se les olvida que tengo 
hambre y sed, y cuando llueve no tengo ningún techo para cobijarme. 



Dieciséis meses: Hoy me bajaron de la azotea. Me puse muy contento de que me 
perdonaran, y daba saltos de gusto, y movía el rabito como nunca. ¡Y además me 
van a llevar de paseo! Monto en el coche y espero a ver a dónde me llevan, tengo 
muchas ganas de correr y jugar con mi familia. Paramos, abrieron la puerta y yo 
me bajé feliz. Estábamos en la carretera, al lado de un campo y pensé que 
pasaríamos un día estupendo. No entiendo por qué cerraron la puerta y se fueron. 
¡Esperadme!, les grité, ¡Os olvidáis de mí! 
Corrí detrás del coche con 
todas mis fuerzas, muy angustiado, iba viendo que no podría alcanzarles, que no 
podía correr más y el coche se iba haciendo pequeñito. Me habían olvidado. 





Diecisiete meses: 
He intentado encontrar el camino para volver a casa y 
no lo he conseguido. Estoy perdido. A veces me encuentro con gente buena que me 
mira triste y me da algo de comer. Yo les doy las gracias con la mirada, y les 
digo que querría que me adoptaran, que les prometo ser leal como nadie...pero 
sólo dicen "pobre perrito, se debe haber perdido". Y se van y me dejan sólo otra 
vez. 



Dieciocho meses:
 El otro día pasé por un colegio y vi a muchos niños como 
mis antiguos hermanitos. Me acerqué y un grupo de ellos, riéndose, me lanzó una 
lluvia de piedras, "a ver quien tiene mejor puntería", decían. Una de las 
piedras me dio en un ojo y ya no veo con él. 



Diecinueve meses: 
Ahora ya no se me acerca casi nadie, creo que es porque 
ya no soy un perro bonito. Estoy muy flaco, perdí mi ojo, tengo alguna herida de 
algún perro más fuerte que me mordió cuando intentaba comer y hace mucho que 
nadie me cepilla el pelo.

 La gente no me acaricia. Últimamente lo que abundan son los escobazos que 
me dan cuando intento dormir un poco a la sombra de alguno de sus porches. 



Veinte meses:
 Casi no puedo moverme. Hoy intenté cruzar la calle por 
donde pasan coches y uno me atropelló. Aunque yo creo que estaba en un lugar 
seguro...y no olvidaré la mirada de satisfacción del conductor que hasta se 
ladeó con tal de darme...Si me hubiera matado...pero que va, sólo me dislocó la 
cadera y el dolor es horrible. Mis patas traseras no se movían, así que con 
mucha dificultad me arrastré hacia el borde del camino, donde había un poco de 
hierba. 





Llevo diez días bajo el sol, la lluvia y el frío, sin comer. Ya no me puedo 
mover nada, el dolor es insoportable. Me siento muy mal, cuando llovió se hizo 
un charco donde yo estaba y como no podía moverme estuve mojado muchísimo 
tiempo, y creo que mi pelo se está cayendo. Alguna gente pasa sin verme, otros 
me dicen "no te acerques"... ¡pero si ni me puedo mover! /i>




Ya casi estoy inconsciente, pero una fuerza extraña me hizo abrir los ojos. 
Una mujer muy dulce me decía "pobre perrito, cómo te han dejado". Junto a 
ella venía un señor de bata blanca, que empezó a tocarme y dijo "lo siento 
señora, pero esto ya no tiene solución, es mejor que deje de sufrir"
.. A la 
señora se le saltaron las lágrimas y asintió, y como pude, moví el rabito 
agradeciéndole que me ayudara a descansar.

Sentí un pinchazo de la inyección y me dormí mientras ella me acariciaba la 
cabeza, pensando porqué tuve que nacer si nadie me quería.



Fin.

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